Mié, 10-Septiembre-2025
  • Seguridad

Justicia en la ciudad de El Alto dicta una histórica sentencia por el biocidio de un can en 2024.

 

Encarcelan a un mecánico por haber matado a su perrito ch`api. Sucedió el febrero del 2024 donde el hombre atacó a su mascota a punta de fierros y como el animal no moría estranguló con crueldad al pobre animal. Luego de un año y seis meses la justicia determinó sentenciar al sujeto a cinco años de cárcel por el delito de Biocidio.

La justicia finalmente dictó una sentencia histórica a cinco años de cárcel siendo la pena máxima establecida en la ley boliviana para el delito de biocidio, contra Diego P. Q., de 27 años, quien convirtió su taller de llantería en un escenario de terror y horror para los animales.

El abogado Diego Espinoza, representante legal del caso y miembro de la Fundación Rescata, Protege y Cambia (RPC), no ocultó la dureza de las imágenes ni el peso de la sentencia. “Esta es una sentencia histórica porque se le aplica la pena máxima a un biocida”, expresó con voz firme, recordando que ese crimen no debe repetirse jamás.

El término biocida, usado por activistas y juristas, describe a los individuos que cometen actos de extrema crueldad contra los animales y este caso se convirtió en un símbolo de horror, pues el perro de raza mestiza, tipo “ch’api”, apenas de pequeña estatura, fue atacado mientras descansaba bajo un árbol, al frente de su taller.

El mecánico utilizó la palanca de una gata mecánica que es un fierro diseñado para levantar vehículos, como instrumento de tortura para desencadenar toda su bronca contra el animal, lo golpeó en tres ocasiones, con toda su fuerza en la cabeza y al ver que el animal aun sobrevivió y chillaba de dolor atrozmente, lo ahorcó hasta dejarlo sin vida ante la mirada de los transeúntes que quedaron horrorizados. 

Algunas personas lograron grabar el crimen y subieron la filmación a las redes sociales, provocando indignación en la población. Lo más monstruoso es que la agonía del animal se prolongó durante cuatro horas, hasta que finalmente su cuerpo fue arrojado a un basurero como si fuese basura.

“Se ha valido del fierro que se utiliza para levantar un auto y lo ha golpeado en tres ocasiones para finalmente ahorcarlo. Esa muerte se ha prolongado por horas, hasta que el perrito fue botado en un basurero como si fuese cualquier cosa”, relató Espinoza con indignación, palabras que aún retumban en los oídos de quienes escucharon la narración del crimen.

El biocida intentó justificar su acto alegando que el perro había atacado a sus hijos y mordía a los transeúntes, provocándoles problemas. La supuesta “emoción violenta” que quiso alegar su defensa fue desmentida y se derrumbó ante la evidencia.

“Gracias a Dios hubo un video que pudo ser presentado en la audiencia. A todos aquellos que lastimen a los animalitos, ya saben que se les va a juzgar con las penas máximas, aunque estas sean muy pequeñas”, enfatizó Espinoza, señalando que la ley aún necesita endurecerse.

El fallo ordena que el acusado cumpla sus cinco años de condena en el penal de San Pedro en la ciudad de La Paz, sin derecho a beneficios ni salidas alternativas. Activistas recordaron que cada golpe y cada minuto de agonía del pequeño “ch’api” deben ser cargados como una losa en la conciencia del criminal.

El Alto no olvida. El crimen contra el indefenso perro desató indignación, rabia y horror en la población. Hoy, la sentencia representa una chispa de justicia, un castigo que, aunque insuficiente para la magnitud del sufrimiento causado, sienta un precedente en la lucha contra la crueldad animal y deja en claro que la ciudad no tolerará nunca más semejante barbarie.Justicia en la ciudad de El Alto dicta una histórica sentencia por el biocidio de un can en 2024.

 

Encarcelan a un mecánico por haber matado a su perrito ch`api. Sucedió el febrero del 2024 donde el hombre atacó a su mascota a punta de fierros y como el animal no moría estranguló con crueldad al pobre animal. Luego de un año y seis meses la justicia determinó sentenciar al sujeto a cinco años de cárcel por el delito de Biocidio.

La justicia finalmente dictó una sentencia histórica a cinco años de cárcel siendo la pena máxima establecida en la ley boliviana para el delito de biocidio, contra Diego P. Q., de 27 años, quien convirtió su taller de llantería en un escenario de terror y horror para los animales.

El abogado Diego Espinoza, representante legal del caso y miembro de la Fundación Rescata, Protege y Cambia (RPC), no ocultó la dureza de las imágenes ni el peso de la sentencia. “Esta es una sentencia histórica porque se le aplica la pena máxima a un biocida”, expresó con voz firme, recordando que ese crimen no debe repetirse jamás.

El término biocida, usado por activistas y juristas, describe a los individuos que cometen actos de extrema crueldad contra los animales y este caso se convirtió en un símbolo de horror, pues el perro de raza mestiza, tipo “ch’api”, apenas de pequeña estatura, fue atacado mientras descansaba bajo un árbol, al frente de su taller.

El mecánico utilizó la palanca de una gata mecánica que es un fierro diseñado para levantar vehículos, como instrumento de tortura para desencadenar toda su bronca contra el animal, lo golpeó en tres ocasiones, con toda su fuerza en la cabeza y al ver que el animal aun sobrevivió y chillaba de dolor atrozmente, lo ahorcó hasta dejarlo sin vida ante la mirada de los transeúntes que quedaron horrorizados. 

Algunas personas lograron grabar el crimen y subieron la filmación a las redes sociales, provocando indignación en la población. Lo más monstruoso es que la agonía del animal se prolongó durante cuatro horas, hasta que finalmente su cuerpo fue arrojado a un basurero como si fuese basura.

“Se ha valido del fierro que se utiliza para levantar un auto y lo ha golpeado en tres ocasiones para finalmente ahorcarlo. Esa muerte se ha prolongado por horas, hasta que el perrito fue botado en un basurero como si fuese cualquier cosa”, relató Espinoza con indignación, palabras que aún retumban en los oídos de quienes escucharon la narración del crimen.

El biocida intentó justificar su acto alegando que el perro había atacado a sus hijos y mordía a los transeúntes, provocándoles problemas. La supuesta “emoción violenta” que quiso alegar su defensa fue desmentida y se derrumbó ante la evidencia.

“Gracias a Dios hubo un video que pudo ser presentado en la audiencia. A todos aquellos que lastimen a los animalitos, ya saben que se les va a juzgar con las penas máximas, aunque estas sean muy pequeñas”, enfatizó Espinoza, señalando que la ley aún necesita endurecerse.

El fallo ordena que el acusado cumpla sus cinco años de condena en el penal de San Pedro en la ciudad de La Paz, sin derecho a beneficios ni salidas alternativas. Activistas recordaron que cada golpe y cada minuto de agonía del pequeño “ch’api” deben ser cargados como una losa en la conciencia del criminal.

El Alto no olvida. El crimen contra el indefenso perro desató indignación, rabia y horror en la población. Hoy, la sentencia representa una chispa de justicia, un castigo que, aunque insuficiente para la magnitud del sufrimiento causado, sienta un precedente en la lucha contra la crueldad animal y deja en claro que la ciudad no tolerará nunca más semejante barbarie.