Mié, 03-Diciembre-2025
  • Seguridad

Un hombre adulto mantenía una relación con una menor de 15 años, a la cual le cortó el rostro por venganza.  

 

Una adolescente de 15 años y su amiga que caminaban tranquilas por las calles de Shinahota-Cochabamba, fueron interceptadas por un vehículo de donde bajó el exnovio de 22 años quien llevó a la joven y a su amiga hasta un local donde le desfiguró el rostro con un cuchillo. 

El reclamo se registró el pasado fin de semana y recién se logró capturar a los agresores. Según el relato de las víctimas la agresión fue instantánea y brutal. El sujeto, enfurecido, la increpó por una supuesta deuda pendiente económica de su exnovia. 

La discusión escaló en segundos bajo la mirada impasible de sus cómplices. La joven, aterrada, prometió pagar de inmediato y les pidió que la llevaran a un residencial cercano.

Al llegar al lugar, la promesa de pago se transformó en pesadilla. En lugar de recibir el dinero, el exnovio sacó un cuchillo de sus bolsillos y sin mediar palabra, sin un grito previo, comenzó a descargar su furia sobre el rostro de la joven. La hoja fría y afilada se hundió una y otra vez, trazando surcos de horror en la cara de la menor de 15 años. 

El cuello y las manos de la víctima también sufrieron lesiones gravísimas según los médicos que atendieron a la joven. Cada estocada era un acto de aniquilación, un intento deliberado de borrar su identidad y su futuro. La sangre manó, oscura y espesa, empapando su ropa y el suelo.

El grito de agonía y pedidos de auxilio de la joven finalmente rompió la violencia y los agresores, asustados por el alarido de dolor, decidieron huir y abandonar a la víctima mientras se desangraba. 

Pero antes de escapar, arrastraron consigo a la amiga de 13 años, secuestrándola dentro del vehículo que se alejó a toda velocidad, dejando atrás un cuerpo destrozado y sangrante de la exnovia.

La fuga fue caótica. En Ivirgarzama, el auto chocó contra una motocicleta y en el impacto y la confusión, la menor de 13 años logró forcejear, abrir la puerta y escapar corriendo hacia la oscuridad, mientras los hombres reanudaban su fuga. Ella también llevaba en su cuerpo las marcas de golpes, cortes y amenazas de muerte de los atacantes.

Tras la denuncia y mientras la joven batalla por su vida en una sala de hospital, dos días después, el lunes 1 de diciembre, el círculo comenzó a cerrarse. Uno de los familiares de las víctimas reconoció a uno de los violentos sospechosos, un joven de 16 años, caminando con descaro por las calles de Shinahota. 

Los agentes de la Policía fueron alertados y se logró su capturó. Bajo interrogatorio, delató a sus cómplices.

Los tres monstruos restantes fueron también cazados. El exnovio de 22 años, el principal verdugo; su cómplice de 26; y el adolescente de 16. Los tres ahora habitan las celdas policiales, a la espera de que la justicia intente poner nombre a su barbarie. La imputación por tentativa de feminicidio y secuestro es inminente.

Mientras tanto, la víctima de 15 años lucha por sanar heridas que nunca serán solo físicas, fue sometida a una cirugía reconstructiva. Su rostro, territorio de una crueldad indescriptible, es ahora el mapa de un horror que Bolivia no debe olvidar. Sus padres y los de la niña secuestrada preparan más denuncias, buscando que cada agresión, cada amenaza, tenga su castigo.

El caso quedó registrado como otro episodio de terror en la larga lista de violencia machista. Un exnovio, una deuda como pretexto, un cuchillo y la decisión calculada de destruir una vida.