- Seguridad
El sospechoso fue aprehendido en la casa de su hermano y después confeso todo lo sucedido.
Un empleado confiesa haber masacrado a su propio jefe a golpes, el crimen sucedió en Santa Cruz y el homicida admite que lo hizo por pura bronca y venganza ya que supuestamente sufría maltratos y discriminación en el taller mecánico donde trabajaba.
La escena del horror quedó grabada en las innegables cámaras de seguridad de un negocio instalado en el barrio Florida. Las imágenes, claves para descifrar lo ocurrido, muestran al trabajador merodeando con un palo en la mano, un presagio siniestro de la brutalidad que se avecinaba.
En una secuencia escalofriante, se lo observa ingresar a un ambiente del local y, acto seguido, llamar a su empleador. Esa fue la última vez que se le vio con vida a la víctima, quien confiado cruzó la puerta hacia su propio destino final.
Tras el ataque, el silencio se adueñó del lugar. El cuerpo sin vida del jefe fue hallado con múltiples golpes que evidenciaron la furia desmedida del atacante, pero la brutalidad no concluyó ahí; con sangre fría, el asesino buscó las llaves del vehículo de su víctima para darse a la fuga.
La persecución a través de la ciudad fue trazada por las cámaras. El criminal condujo el motorizado robado desde el séptimo anillo en la zona norte hasta el segundo anillo y avenida San Martín, donde abandonó el vehículo, creyendo quizás borrar sus huellas.
Sin embargo, su escape fue breve, ya que el martes la justicia lo alcanzó dentro de la casa de su hermano, quien ahora es investigado como cómplice del asesino. Al momento de su aprehensión, un detalle macabro selló su culpabilidad: no guardaba remordimiento como si el crimen fue un grito de venganza por una injusticia.
CÁRCEL
Ante la contundencia de las pruebas, el homicida optó por un procedimiento abreviado Y este miércoles 5 de noviembre del 2025. Ante el fiscal Luis Alberto Hurtado, aceptó su culpa por el delito de asesinato y recibió una sentencia condenatoria de 30 años de prisión, que cumplirá en el penal de Palmasola.
El hermano del agresor también se sometió al procedimiento y fue sentenciado a dos años de cárcel. Debido a la corta extensión de la pena, se aclaró que podría acceder al beneficio de perdón judicial, evitando así el ingreso a la cárcel.
El fiscal Hurtado precisó que el acusado desmintió la hipótesis inicial del robo de la camioneta de su jefe. En su confesión, insistió en que el crimen no fue por el motorizado, sino un acto puro de retaliación por los supuestos vejámenes sufridos.
El caso cierra con una condena ejemplar, pero deja tras de sí el eco de un horror que se gestó entre las paredes de un taller. La frialdad de la venganza y la violencia extrema convierten este hecho en un relato sobre los abismos a los que puede llevar el resentimiento humano.